Juez, honorable William Machado, por este medio me dirijo a usted ya que no tuve la oportunidad de expresarme en el estrado.
Como usted muy bien sabe, el 27 de septiembre de 2020, en un suceso que cambió mi vida y la de mi familia, fui impactada junto a mi madre Lissette Hernández y mi amiga Giovanna Albino por dos conductores ebrios, el segundo conductor ebrio provocó que perdiera mi pierna. Este tipo de accidente según las estadísticas ocurre uno en un millón y trae consigo grandes luchas y esfuerzos físicos que hago a diario, pero necesitaría algo más que una carta para contarle.
El próximo lunes, 20 de marzo de 2023, como representante de la judicatura y protector de la justicia, usted habrá de dictar la sentencia de Daniel Ortiz Torres quien arrojó 0.20% de alcohol en la sangre y quien tiene historial delictivo, ya que según sabemos ha tenido sobre 7 incidentes con la justicia, tales como mutilación, agresión agravada, posesión de armas sin licencia, imprudencia/negligencia temeraria, uso ilegal de licencia de conducir, grave daño corporal, y sobre 3 por manejar vehículos bajo efectos de bebidas alcohólicas, entre otros. Esta persona nunca ha demostrado arrepentimiento.
Este hombre que me atropelló dejó mi pierna izquierda tan destrozada que hubo que amputarla, tuve fracturas en la fíbula y tibia de mi pierna derecha donde ahora tengo una varilla de titanio con 6 tornillos, fracturas en mis caderas donde también tengo tornillos, entre otras múltiples heridas físicas y mentales. Además, este conductor ebrio me quitó la oportunidad de concluir los sueños albergados, sumado a las cicatrices físicas y emocionales, ambas igual de dolorosas. En estos años me he perdido a mí misma, he llorado mares, y he rogado a Dios por el milagro de la sanación, no sé cuántas veces. Todavía me miro al espejo y no creo lo que veo en mí.
Lo que comenzó con un llamado de ayuda, es hoy además de una historia, un movimiento incluso de inspiración para muchos, donde he tenido la oportunidad contando mi historia, de poner en perspectiva todo el daño que un conductor ebrio puede llegar a ocasionar. El pueblo de Puerto Rico no solo ha sido empático con mi historia, si no que está acompañándome en este proceso y atento al día del veredicto.
Señor juez, aquel que hace daño no merece privilegios. No puede ser posible que mi dolor, el de mi familia y el cambio radical que dio mi vida, se resuelva con una “restricción domiciliaria” y trabajando 4 horas, según ha solicitado el acusado. Lo justo es que cumpla con la pena máxima que corresponde, 5 años de cárcel. Me parece que ya basta de pasarle la mano a este hombre por sus delitos, que viene cometiendo hace años.
Usted puede devolvernos la confianza en nuestra justicia, usted puede enviarle un mensaje a todos y todas los que abusan del alcohol en la carreteras y han cobrado cientos de vidas. Que esta persona cumpla su condena y que lo haga en la cárcel, y sin el privilegio de estar en la comodidad de su hogar, expuesto a seguir alimentando su dependencia al alcohol.
Médicamente, las heridas tardan más en sanar por dentro que por fuera, mi cuerpo aún está asimilando los cambios y el proceso de rehabilitación continúa. Y esto mismo lo traigo al plano de las emociones, aunque mi salud emocional está sumamente afectada y con pocos adelantos de rehabilitación. Señor Juez, por favor ayúdeme a sanar, yo solo quiero tener paz en medio de mi dolor y frustración. Con la justicia, vendrá también mi sanidad y podré ir cerrando capítulos de esta horrible historia que me ha tocado vivir por culpa de la irresponsabilidad de alguien más.
Cordialmente,
Laura Pérez Hernández
Mayagüez, Puerto Rico
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